LISBOA


Ubicación: Lisboa es la capital de Portugal, ciudad que conjuga tradición a través de su historia y a su vez la relevancia de ser el centro administrativo del país, siendo la ciudad con mayor capacidad económica del país, y también una de las más ricas del continente. Se encuentra situada al Oeste de Portugal, en la desembocadura del río Tajo. Posee una población superior a los 500.000 habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada del país. Mantiene unas distancias medias de 203 km hasta Coímbra, 313 km hasta Oporto y 449 km hasta Sevilla. Podemos acceder hasta esta fantástica ciudad por medio de automóvil, autobús, tren, barco o avión.

Historia: Los primeros vestigios de asentamientos datan del Neolítico. Más tarde, el magnífico puerto que poseía sirvió de base para el comercio de celtas y fenicios, que encontraron un excelente lugar desde el que poder comerciar. De igual forma estuvo habitada por griegos y cartaginenses, hasta que el poder del Imperio Romano se hizo con el control de la ciudad. Con la anexión de Lisboa al Imperio, recibe el exclusivo privilegio de la ciudadanía romana, motivo por el cual se le exime del pago de impuestos a Roma. Finalmente, con la caída del Imperio Romano, la ciudad es víctima de saqueos e invasiones por parte de bárbaro, vándalos y suevos, hasta que es tomada por los visigodos. A principios del siglo VII, apenas quedaba nada de la ciudad, lo que lleva a que más tarde en el año 711 sea conquistada por los árabes, y así se mantiene durante siglos hasta que en el año 1.147 la ciudad es de nuevo conquistada por el primer rey de Portugal. Conocido como Alfonso Enriquez o Alfonso I de Portugal. Años más tarde, en el 1.255, la ciudad se convierte en la capital del reino gracias a la ubicación estratégica que ocupa, estableciéndose oficialmente tras la Reconquista como bases de la ciudad, el cristianismo y la lengua portuguesa. Con el fin de la Edad Media, la ciudad ya se había convertido en un importante puerto comercial, volviendo con ello a sus orígenes que la vieron nacer. Pero si hay un hito importante para Lisboa y para Portugal, es la era de la navegación, y con ella, la de los descubrimientos marítimos, que a raíz del ascenso al trono del rey Juan II en el año 1.481, se convertiría en toda una prioridad. Así se produce el descubrimiento de las Azores o Madeira, y más tarde, de Brasil, lo que lleva a Lisboa a finales del siglo XVI a tener una importante fuente de riqueza debido al oro y al monopolio de productos provenientes de Brasil. Sin embargo, con el paso de los años esta fuente de riqueza pierde su potencial y comienza una época de difícil situación económica. En el año 1.755 ocurre un hecho terrible e inesperado al producirse un terremoto que asola casi al completo la ciudad. Los primeros años del siglo XIX vienen marcados por la invasión de la ciudad por parte de las tropas napoleónicas, que provocaría el saqueo de muchos bienes de la ciudad, por parte de los invasores. Ya en el siglo XX, en el año 1.910 se produce una revuelta que terminaría con la proclamación de la República en Portugal, y por tanto con el fin de la monarquía. Dicha República tan solo perduraría hasta el año 1.926, momento en el que un nuevo gobierno de ideología fascista contralaría la ciudad y el país hasta el año 1.974, cuando es derrocado dicho gobierno en la conocida como Revolución de los claveles. Ya superado el cambio, se firma en Lisboa el Tratado para la adhesión a la Comunidad Económica Europea en el año 1.985, que provoca el impulso de la ciudad con la mejora de infraestructuras y red de transporte.

Descripción: Ciudad cosmopolita, clásica y urbana, cercana y entrañable. El fado se respira en sus calles, donde una sensación acogedora y a su vez de añoranza nos envuelve y acompaña durante nuestro deambular por la ciudad. Por ello, Lisboa es para vivirla, no es suficiente solo con contarla, ya que de lo contrario perderemos parte de esa magia que se percibe en el ambiente y que hace que además de edificios, gastronomía y cultura, disfrutemos de ese soñado encanto que atrapa y conquista nuestros sentidos. Si nos centramos en los lugares que no deberíamos dejar de disfrutar en nuestra visita a esta encantadora ciudad, no podrían faltar en la larga lista algunos tan reconocidos como La Torre de Belem, maravillosa joya arquitectónica de la ciudad que data del siglo XVI, Monasterio de los Jerónimos, que también data del inicio del siglo XVI y el mejor ejemplo existente del Estilo Manuelino, con influencias góticas y renacentistas, la Plaza del Comercio, lugar donde anteriormente se encontraba el Palacio de los reyes de Portugal, el Castillo de San Jorge, situado en la colina más alta del centro de la ciudad, así como el Panteón Nacional, la Catedral de Lisboa o el Elevador de Santa Justa, que nos permite salvar una diferencia de 45 m de altura. Por último no debemos olvidar la relevante gastronomía de la ciudad, muy influenciada por su cercanía al mar, que más lejos del clásico desarrollo del bacalao, encuentra en otros nobles productos la elaboración de platos que cubrirán las expectativas del paladar más exigente. Destacada mención tienen los exclusivos pasteles de Belém, una de las especialidades más destacadas y conocidas de la cocina portuguesa.

Curiosidades: La Plaza del Comercio es una de las Plazas construidas más grandes de Europa. | En Lisboa encontramos dos edificios que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1.983: El Monasterio de los Jerónimos y La Torre de Belém. | La ciudad de Lisboa es conocida como la ciudad de las siete colinas, coincidiendo en número con la ciudad de Roma. | La antigüedad de la ciudad de Lisboa es tal, que supera incluso a ciudades como Roma, París o Londres. | La ciudad posee el puente Vasco de Gama, que inaugurado en el año 1.998 y con 17,2 km, es el más largo de Europa.

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